En estas últimas fechas, hemos vivido momentos muy agitados, sobre todo en Valencia, la ciudad donde he vivido mis últimos casi tres años. Lo ocurrido con la Dana en este hermoso lugar, que ha pasado a ser (en algunos sectores), un lugar lleno de tristezas y pérdidas, también ha dejado en evidencia la bondad de cada corazón, y hemos podido ver renacer la esperanza y el amor. Me sorprende ver la cantidad de personas volcadas a ayudar, a sostener y a impulsar, para re-comenzar y re-surgir de los escombros.

Hemos podido, junto con mi equipo en Ágape, ir algunos de los pueblos afectados, como Paiporta, Alfafar, Catarroja, y hacer entrega de materiales de limpieza, zapatillas nuevas, material escolar para los niños, edredones, mantas, entre otros.

Sé que el proceso de restauración, es largo y constante, y es por eso que en Ágape seguimos yendo a las comunidades, para identificar las necesidades puntuales (ya que cambian con el pasar de los días) y así, intentar ayudarles puntualmente en lo que realmente requieren.